Desgarro

En esta obra, el blanco roto deja de ser un fondo neutro para convertirse en una memoria palpitante. Sobre él, los trazos en marrón desgastado evocan la fragilidad de lo humano, fisuras, heridas, costras que narran historias invisibles.
El desgarro no se presenta como ausencia, sino como huella vital. Allí donde la materia se rompe, surge un nuevo lenguaje, donde el lienzo se abre, aparece una posibilidad de renacer.
Las marcas, lejos de ocultarse, se muestran con dignidad, recordándonos que cada grieta es también un resurgimiento.
La pieza invita a contemplar la belleza de lo imperfecto, de lo diferente, de aquello que no teme mostrar sus cicatrices. Desgarro habla del poder de lo roto, un territorio en el que las vivencias se transforman en fuerza y emoción de nueva vida.