HARAPOS

Es un tejido de instantes,
un mapa con suturas invisibles,
un recordatorio de que lo frágil, también tiene la belleza de lo eterno.
Sobre un fondo blanco roto, los marrones dialogan con cremas y blancos. El negro no interrumpe,
abre grietas hacia lo invisible,
ventanas hacia la hondura.
Todos los trazos y pinceladas se levantan cómo jirones que cuentan historias, pequeños fragmentos de vida, desgastes que al unirse se transforman en un manto nuevo.
Ese harapo final, nacido de las huellas, ya no es desgarro,
sino calor, ternura y fortaleza.
Un abrigo luminoso, hecho con los trozos de la existencia, más cálido, más humano, más bello.
Porque incluso lo roto, cuando se abraza, se convierte en luz.